La Junta directiva es mi jefe?


En la literatura de la administración es claro que la gerencia debe seguir las directrices de la Junta Directiva, pero en la práctica, no siempre se respeta esta jerarquía, lo que dificulta el seguimiento de la estrategia en pro de obtener los mejores resultados. Un análisis de Gonzalo Gómez.

En nuestras organizaciones es usual que la gerencia no tenga claro quién es su jefe, dicho de otra manera, a quién debe rendir cuentas de su gestión. Por tanto, es importante hacer claridad en que el rol principal de la junta directiva es gobernar la empresa, mientras el de la gerencia es implementar la estrategia, previa aprobación de la junta.
Cuando un gerente tiene claro que la Junta Directiva es su jefe, presenta sus estrategias para que sean analizadas en junta, escucha las ideas de sus jefes, pero sobre todo sigue sus órdenes, teniendo en cuenta el análisis realizado a factores como el entorno, los competidores, debilidades y fortalezas internas, entre otros aspectos.   
Si la gerencia no tiene claridad sobre su verdadero rol, trata a los miembros de junta como si fueran simples asesores, si bien en la mayoría de las veces se observa una relación bastante cordial, surgen preguntas de algunos como: “Y ustedes qué me recomiendan…”, pero finalmente es quien decide si incorpora o no las recomendaciones de la junta, con lo cual termina haciendo lo que quiere.
En el caso anterior, el problema es de la junta que se está dejando tratar como junta asesora y no como jefes. También se ven situaciones aún más delicadas cuando la gerencia no solo no obedece, sino que además hace sentir a la junta como mala consejera, incriminando aspectos como desconocimiento del negocio, del sector o del producto, lo que muchas veces termina en un trato irrespetuoso que trae como consecuencia la renuncia de miembros de junta o su “resignación” a cederle el rol a la gerencia, con lo cual no será posible cumplir sus responsabilidades para el bien de la organización.
También es posible encontrar juntas directivas cuya actitud no es la mejor hacia la gerencia, sus miembros llegan a las reuniones sin la preparación adecuada, porque suelen ser personas con muchas habilidades o que han ocupado altos cargos, pero que no asumen su tarea como les corresponde, se les va el tiempo en conversaciones insulsas que no va a ningunan parte,  no hacen seguimiento, no presentan informes y todo esto es demasiado frustrante para un gerente, que quiere aportar y cumplir su rol de ejecutor de la estrategia. El origen de esta problemática está en los accionistas de la empresa que no seleccionaron adecuadamente a sus miembros de junta, esta es una labor fundamental para alcanzar buenos resultados.
Otro de los inconvenientes que se presentan con frecuencia frente a la relación de la gerencia general y su junta es que esta no se sienta junta directiva, aunque legalmente lo sea. Es decir que no funciona porque hay mucho tema político entre sus miembros, no hacen lo que tienen que hacer, pero aceptaron el cargo porque son amigos de los propietarios o accionistas. En este caso en particular, la frustración es principalmente de los dueños porque ven que montaron un órgano de gobierno inoperante, para que esto no suceda siempre debemos tener presente que no podemos confirmar una junta burocrática, por puro desconocimiento del tema, que termine rompiendo todo el esquema de gobierno corporativo.
Gerentes, propietarios o accionistas, debemos derrumbar el mito que la Junta Directiva es un órgano de gobierno solo para empresas grandes y que las pequeñas no la necesitan, creencia que es apoyada por la legislación al no exigir su constitución a las compañías pequeñas. Existe evidencia científica que si la gerencia entiende que su jefe es la junta y los accionistas respetan y apoyan ese rol y hacen una adecuada selección de sus miembros, la empresa podrá sacar adelante su estrategia, contar con mejor ánimo societario, menos conflictos y mejores resultados económicos.

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