Tasa de cambio y competitividad

La competitividad de la tasa de cambio no se puede medir por sus fluctuaciones de corto plazo, sino que se deben comparar los niveles de costos y precios en los distintos países.
¿Es competitiva una tasa de cambio del dólar por debajo de $1.800? ¿Con esa tasa pueden competir las exportaciones colombianas diferentes a minerales e hidrocarburos? ¿Los productores nacionales pueden sobrevivir frente a la avalancha de importaciones baratas?
La decisión del Banco de la República de no intervenir en el mercado cambiario –antes de que llegara a este nivel– es un claro indicio de que considera adecuada la tasa de cambio actual.
Es evidente que la competitividad depende de muchos factores como la infraestructura, comunicaciones, la productividad de los factores o la fortaleza de las instituciones, pero también depende de la tasa de cambio.
Un país como Japón, con las mejores condiciones estructurales para competir acaba de registrar, por primera vez en varias décadas, un déficit en su comercio exterior, pues la revaluación del yen ha golpeado a sus productores.
La competitividad de la tasa de cambio no se puede medir por sus fluctuaciones de corto plazo, sino que se deben comparar los niveles de costos y precios en los distintos países.
Una forma de hacerlo es con la teoría de la Paridad del Poder Adquisitivo (PPP, por su sigla en inglés), según la cual, la tasa de cambio está en equilibrio cuando los niveles de precios domésticos de los dos países son iguales después de convertirlos con esa tasa de cambio.
Una forma popular de aplicar esta teoría es el ‘Índice Big Mac’, que utiliza desde hace varios años la revista The Economist.
Según la teoría PPP, dice que el precio de una hamburguesa (US$4,20 en Estados Unidos) debería ser similar en todos los países al dividir el precio doméstico por la respectiva tasa de cambio.
Como la receta de la Big Mac es igual en todas partes, e incluye una gran variedad de insumos (por supuesto carne, pan y verduras, pero también salarios, arrendamientos o publicidad), se considera que representa una canasta de bienes y servicios que refleja el nivel de precios de cada país.
Con las tasas de cambio vigentes, en Noruega y Suiza una Big Mac vale US$ 6,80, y en Brasil US$ 5,91.
Son países donde la tasa de cambio está sobrevaluada (61% y 41% respectivamente, y no son competitivos, ya que sería más barato comprar la hamburguesa en otra parte.
En el otro extremo, en China y Tailandia, la Big Mac vale US$2,44, en México US$2,87 y en Perú US$3,72. Son países con monedas devaluadas y muy competitivos, pues a los gringos les resulta muy barato importar bienes de allí.
Colombia tiene el dudoso honor de estar entre el grupo de países caros, ya que el precio doméstico de la hamburguesa es US$ 4,71, es decir, que la tasa de cambio está sobrevaluada en un 12%, lo que nos resta competitividad.


El Índice Big Mac está construido con base en el dólar, pero con la misma metodología se puede medir la competitividad del peso colombiano frente a las monedas de nuestros principales socios comerciales y de los países con los que tenemos que competir en los mercados internacionales. Los resultados son muy preocupantes.
En el gráfico, las barras hacia la derecha corresponden a países donde, con la tasa de cambio actual, el precio de la Big Mac (última columna) es más barata que en Colombia, o sea, que nuestra moneda está sobrevaluada y no somos competitivos.
Mientras que la Big Mac en Colombia vale $8.400, sólo en Brasil es más cara ($10.611). En todos los demás países este indicador de una canasta de bienes vale menos, en algunos casos muchísimo menos. En China $4.363 y en México $5.124.
Si los precios en Colombia son un 92% más altos que en China, o un 64% más que en México, ¿cómo pretendemos competir con los productos de esos países? ¿Cabe alguna duda de que esta sea una de las causas de la inundación de productos chinos en los almacenes y las calles de todas nuestras ciudades? ¿o que la importación de carros de México esté creciendo a un ritmo vertiginoso?
Ahora que se están negociando los TLC con Corea y Turquía, es necesario señalar que los precios en Colombia son respectivamente un 42% y un 26% más altos que en esos dos países.
La competencia que tendrán que afrontar los productores colombianos es pelea de toche con guayaba madura.
Un caso interesante es el de Ecuador, cuya moneda es el dólar, pero el precio de la hamburguesa es mucho más bajo que en Estados Unidos. Por esta razón, nuestra moneda está sobrevaluada en un 45% frente a los precios de Ecuador, y todavía nos extrañamos del contrabando de productos como el arroz y los aceites.
Ante esta realidad, la mejor alternativa puede ser invitar a la junta directiva del Banco de la República a comerse una hamburguesa, pero importada que es más barata.

Mauricio Cabrera Galvis
Consultor empresarial
Tomado: http://www.portafolio.co/node/34991

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