Tres emociones que debes tocar en tus clientes


Los consumidores son bombardeados a diario con una caudalosa tromba de mensajes de naturaleza comercial. Las marcas vuelcan en la producción de tales mensajes no poco tiempo y dinero con la esperanza de conectar con su target. ¿El problema? Que muchos de tales mensajes son sistemáticamente ignorados por el consumidor. Y la audiencia no se digna a posar sus ojos sobre ellos porque parecen especialmente diseñados para sumirles en la indiferencia (y hasta en el sopor más absoluto).
Para ser eficaz y tocar la fibra al consumidor el marketing debe mover al consumidor a la acción y animarle a dar el próximo paso en compañía de la marca que se ha tomado la molestia de interpelarlo.
Ese próximo paso puede ser compartir un contenido, prestar más atención la próxima vez a los mensajes comerciales de la marca, compartir con ella su dirección de correo electrónico y en el mejor de los casos comprar sus productos y servicios.
Para mover a la acción al consumidor las marcas deben ser capaces de instilar en sus estrategias de marketing 3 emociones básicas, las que disecciona a continuación:
1. Placer
Cuando una marca se toma la molestia de agasajar al consumidor con experiencias que le procuran placer, éste no sólo rezuma satisfacción por todos los poros sino que no puede tampoco evitar compartir con todo el mundo su desbordante alegría (para dar cuenta de aquella compañía que ha sido capaz de provocarla).
El placer golpea muy fuerte (en el buen sentido) al consumidor porque consigue zafarle aunque sea solo durante unos minutos de lo mundano (de aquello que todo el mundo hace igual).
Si las marcas se cuelgan del brazo de mensajes que de manera inesperada inoculan sorpresa, alegría y placer en el consumidor, éste se sentirá inevitablemente compelido a emprender algún tipo de acción (en compañía de la empresa que ha producido tales mensajes).
2. Orgullo
En las redes sociales hay usuarios que, henchidos de orgullo, comparten los logros que han conseguido con la ayuda de apps de fitness, por ejemplo.
Cuando una marca logra crear momentos de orgullo con sus clientes (tanto puntualmente como de manera más consistente a lo largo del tiempo), estos no pueden evitar sentirse conectados a sus productos y servicios a un nivel mucho más profundo y emocional.
Incorporando el orgullo a la ecuación, la relación entre marcas y consumidor va más allá de la transacción. Y el cliente desea continuar utilizado un producto o un servicio específico para compartir con los demás los grandes resultados de él emanados.
Las marcas pueden azuzar el orgullo de sus clientes rastreando sus progresos, ayudándolos a celebrar sus hitos y sazonando la experiencia con una pizca de gamificación (para comparar sus éxitos con el resto de la comunidad).
3. Dolor
Nos guste o no, lo cierto es que el dolor es una poderosa fuerza motivacional. No en vano, mucha gente no toma acción hasta que el malestar emanado de mover ficha no es superado (con holgura) por el dolor que provoca un problema en particular.
Hay muchas maneras de agitar el dolor del consumidor en clave marketera. Hay marcas que magnifican, por ejemplo, el impacto de un problema (que puede en último término ser solventado) con el último objetivo de que el cliente se proponga por fin poner remedio a la situación (a la vista del cariz absolutamente insoportable que ésta ha acabado tomando).

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