A lo largo de las últimas décadas ha habido muchas teorías que se
vislumbraban como la fórmula salvadora para las empresas y muchos nuevos
emprendedores se ven tentados a implementarlas sin un análisis previo. Entre
otras están la de calidad total, justo a tiempo, la teoría de restricciones, la
orientación al cliente, la reingeniería, el mercadeo relacional, las alianzas,
las bases de datos, y muchas otras que se aplicaron pasando de una economía de
demanda, en la cual el cliente le compraba a los productores, a una de exceso
de oferta en la actualidad, en la que hay que salir a vender y en que cada día
es más difícil diferenciarse de la competencia.
Algunos autores que se vuelven eternos como Drucker y Porter han
llegado a un desgaste conceptual que los obliga a ser repetitivos en sus ideas.
Para vergüenza de los prospectólogos hubo algunas equivocaciones en sus
predicciones.
¿Cuál era la economía más promisoria en mayo de 1994? México. ¿La menos
promisoria en diciembre del mismo año? México. ¿Cuál sería el dueño del mundo
en el siglo XXI? Japón. ¿Que país tenía una economía estacionaria desde 1990?
Japón. ¿Cuál era la empresa más sólida e innovadora en Estados Unidos en 1998?
Enron. Hoy no existe. Aces, en su revista de a bordo de mayo de 1999 titulaba:
Aces hablará un nuevo lenguaje. Hoy no existe
Bill Gates ha reconocido haberse equivocado por no invertir recursos en
su compañía para desarrollar tecnologías de búsqueda de internet como lo hizo
Google y así podemos encontrar cantidad de ejemplos que cuestionan a los gurús
de la administración. Una cosa es el mundo ideal planteado por los teóricos, y
otra es el mundo real de los empresarios que estamos en el barro. El académico
pretende acomodar lo ideal a lo real. G.W Hegel decía: “Si los hechos no se
acomodan a la teoría, peor para los hechos”. Los únicos principios que pueden
permanecer en el tiempo son la estrategia, la tecnología y la innovación que
aplique una empresa para generar valor.
Hoy podemos ver empresas ‘criollas’ que han sobrevivido, inclusive
contradiciendo las tendencias de moda en administración, como es el caso de
Ramo, las cuales funcionan basadas en su intuición y conocimiento de sus
clientes. No siguieron la tendencia de las alianzas ni la evolución en los
canales de mercadeo. Sin embargo son viables y sobreviven en el tiempo. Es
difícil acertar cuál es la teoría mejor o peor, pero sí los empresarios nos
debemos fijar antes de tomar decisiones, arrastrados por la moda gerencial, y
no tragar entero. Tal vez se pueda sacar algo útil de cada una, pero lo que sí
es cierto es la diferencia en dictar fórmulas desde la academia a estar en el
campo de batalla en un caso real de cualquier empresa.
De ser tan fácil, cualquiera se atrevería a ser empresario en vez de
estar cómodamente en un empleo recibiendo un salario. Pero ser empresario
implica convivir con la incertidumbre y estar en la búsqueda constante de
información como lo afirma el autor Mark Twain. “El hombre común está privado
de independencia de opinión. No le interesa formarse una opinión propia
mediante el estudio y la lectura, apenas ansía descubrir cual es la opinión de
su vecino y adoptarla servilmente”.
¿Qué opinión te genera la anterior lectura?
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